La resposta a tot aquest despropòsit, planificat i executat durant aquesta feroç crisi, ha estat una sortida per la tangent, defugint els veritables responsables. Ha consistit en centrar la responsabilitat únicament en el cessament del tinent d’alcalde Carles Martí, que no va tenir cap intervenció en tot el procés. Però una exigència seria i proporcionada de responsabilitat política hauria estat la dimissió de l’alcalde, del regidor d’Urbanisme i del regidor d’Acció Social per la seva coautoria per emparar una despesa inútil, insolidària i realitzada de forma descarada per “vestir” políticament un mandat municipal perdut, destinat a l’oblit. Tot sembla indicar que no es va treure cap lliçó del fiasco del Fòrum de les Cultures.
Les propostes llançades des de l’alcaldia per suplir la falta de carisma, missatge i idees d’un alcalde erràtic al final de seu mandat semblen ja el guió d’una delirant comèdia dels germans Marx. De la fracassada consulta ciutadana a la candidatura de les Olimpíades d’hivern el 2022 per a Barcelona, ciutat mediterrània, sense muntanyes alpines, sense neu, ni tradició d’esquí. Segurament no pot haver una idea més estúpida , llevat que vagi directament orquestrada d’una campanya institucional i mediàtica, que aleshores es pot convertir en una idea genial. En aquesta ocasió, l’alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, ha empleat 400.000 euros per crear l’Oficina Tècnica Barcelona Pirineu 2022 i impulsar el nival projecte. Això si, amb viatge inclòs a Vancouver per ell i la seva comitiva d’assessors.
Entrando por
La consulta de
El dinero empleado para hacer la fracasada consulta, para mayor gloria del nefasto alcalde, hubiera permitido ofrecer 7.547 subsidios a familias de desempleados barceloneses, cuando la cifra del paro en España supera ya el 20% de la población activa, con el récord de 4,6 millones de desempleados, la cifra más alta desde 1997 y un número de hogares con todos sus miembros en paro superior a 1,3 millones.
La respuesta a todo este despropósito, planificado y ejecutado durante esta feroz crisis, ha sido una salida por la tangente, rehuyendo los verdaderos responsable. Ha consistido en centrar la responsabilidad únicamente en el cese del teniente de alcalde Carles Martí, que no tuvo ninguna intervención en todo el proceso. Pero una exigencia seria y proporcionada de responsabilidad política hubiera sido la dimisión del alcalde, el concejal de Urbanismo y el concejal de Acción Social por su coautoría de amparar un gasto inútil, insolidario y realizado de forma descarada para “vestir” políticamente un mandato municipal perdido, destinado al olvido. Todo parece indicar que no supo sacar ninguna lección del fiasco del Forum de las Culturas.
Las propuestas lanzadas desde la alcaldía para suplir la falta de carisma, mensaje e ideas de un alcalde errático al final de su mandato parecen ya el guión de una delirante comedia de los hermanos Marx. De la fracasada consulta ciudadana a la candidatura de las Olimpiadas de invierno del 2022 para Barcelona, ciudad mediterránea, sin montañas alpinas, ni nieve, ni tradición de esquí. Seguramente no puede haber una idea más estúpida, salvo que vaya debidamente orquestada de una campaña institucional y mediática, que entonces puede llegar a convertirse en una idea genial. En esta ocasión, el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, ha empleado 400.000 euros para crear
En este punto, es imprescindible vincular las actuaciones políticas con la responsabilidad, incluso por ineptitud. Al igual que en la empresa privada –salvo que sea del ámbito financiero, según parece- si un alto directivo comete una actuación gravemente perjudicial se le abre un expediente disciplinario también debe exigirse, de una vez por todas, responsabilidades legales a los políticos pródigos y que sus actuaciones sean revisadas por el Tribunal de Cuentas. No es admisible que se pueda dilapidar el dinero público sin que pase nada, salvo la pura y estricta crítica política. Pues, de lo contrario, parece que los responsables últimos de todos estos desaguisados seamos los ciudadanos por haber elegido mal, a unos políticos incapaces, cínicos e insolidarios.
En fin, a Barcelona, después de Clos y Hereu, ya sólo le quedarán ocho plagas más para alcanzar las de Egipto. Paciencia, que todo llega.
PS: Nota cinematográfica: Si alguien no entiende que ha ocurrido en Barcelona con los dos últimos alcaldes, les sugiero que vean la película de Peter Sellers “Bienvenido Mr. Chance”. Allí encontrará la clave.