jueves, 25 de octubre de 2012

Felip sin Miedo, al ridículo


















Debo pedir disculpas si a lo largo de este artículo se me escapa la risa. Como portavoz en Catalunya de un partido con una clara vocación de llegar al gobierno de España y como candidato a la presidencia de la Generalitat, estoy obligado a tratar los asuntos serios con el tono grave que les corresponde. Y sin duda alguna, nada más serio que un desafío al orden constitucional por parte de un consejero de Interior. Nada más peligroso que instar a la policía autonómica catalana, los Mossos d’Esquadra, a servir a Catalunya y desobedecer la Constitución si llega el momento. Nada más grave que un alto representante político, que además es el máximo responsable de la policía autonómica, inste a los agentes a realizar un golpe contra la Carta Magna…
Y sin embargo, insisto, ante el episodio de un Felip Puig sudoroso y con belfos arengando a lo que cree que son sus tropas, me siento incapaz de mantener el semblante adusto que la ocasión requiere. Porque más que alarmante o indignante, y siendo mucho de ambas cosas, la escena es fundamentalmente ridícula. Y lo es por la tremenda desconexión entre lo esperado y lo sucedido, que está en la esencia de todo chiste. Como no podía ser de otra manera, los aludidos Mossos d’Esquadra, un cuerpo al que todos los ciudadanos de Catalunya debemos la seguridad en nuestra casa, se apresuraron a echar un jarro de frío sentido común sobre la calva de su arrauxat jefe, deplorando que se hiciese un uso político de su institución. La realidad es muy distinta de lo que imagina nuestro iluso consejero. Hace pocos días, con ocasión de la fiesta de la Hispanidad, supimos cómo los Mossos habían protegido a una familia con dos niños, que acudían a la concentración de plaza Catalunya con una bandera española, de los insultos y agresiones de una jauría de violentos adolescentes catalanistas. Es absolutamente normal. Cumplieron su deber con contundencia y sin dudarlo. Así que si algún día este Felip sin Miedo, consigliere de la Cosa Seva, quisiera emular al gran Leónidas, ya sabe dónde debería buscar a sus trescientos: no entre la gente responsable, que respeta el orden y las leyes, sino entre maulets, boixos nois y algún que otro perroflauta desorientado, de esos que se apuntan a todas.
En fin, los catalanes debemos a Félix de Azúa, maestro de retratos impresionistas, la mejor pincelada sobre el personaje en cuestión: lo llamó el Peter Lorre de la familia Pujol. Bien dispuesto, hoy como siempre, a atacar a los enemigos de sus amos, este aprendiz de milhomes es capaz de invocar una guerra para disipar una investigación sobre iteuves.

Ramon de Veciana - Candidato a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña por UPyD

Publicado en El Mundo de 23 de octubre de 2012